Fue la ambición, por ella me venciste
Fue la ambición, por ella me venciste,
pero culpo también a mi ceguera,
porque yo te entregué mi vida entera,
y en menos de un año tu la rompiste.
Nunca entendí, por qué tu te vendiste,
pero tal vez, puede que yo quisiera,
que si te di completa mi cartera,
no comprendí por qué también te fuiste.
Vienes a pedirme dos mil perdones,
porque echas de menos a un buen amigo,
pero quieres volver sin condiciones.
Cuando me dominas yo me maldigo,
porque te sigo amando sin razones,
y aunque no debiera, iré contigo.