Elegía a Manuel y María
Autor - JOANGO |
Con la mirada abstraída,
y el entrecejo fruncido,
el corazón afligido,
con el alma desvaída,
despierta sobresaltado,
y al palpar el frío lecho,
como un puñal en el pecho,
descubre desorientado,
el suceso acontecido,
y aunque a creer se resiste,
entiende que ya no existe,
que a su mujer, ha perdido.
Afligido y solitario,
y sin saber donde acudir,
pensó que quería morir,
en ese mismo escenario.
Por la pérdida proclama,
su penar y sufrimiento,
y mudo de abatimiento,
no se aparta de la cama.
Manuel, taciturno calla,
por el dolor mortecino,
que ha sellado su destino,
y corta como cizalla.
A nadie quiere conocer,
no sabe quien le rodea,
tanta gente lo marea,
solo, cerca de su mujer,
y de su cuerpo dormido,
con la que fundió su vida,
su única esposa, querida,
dijo y dejó prometido:
Antes de un mes consumido,
quien sigue siendo tu esposo,
pide ante el mas poderoso,
que se haya todo concluido.
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