Brisa de otros tiempos
Brisa fresca de la atalaya,
con sus aromas serranos,
que los rumores soslaya,
de esos murmullos mundanos.
Agua que fluye serena,
por la cima de montañas,
dentro de Sierra Morena,
socavando sus entrañas.
Honesta risa temprana,
del que tiene luz y alma.
Campo seco y polvoriento,
en la era, la mies a un lado,
aireos de parva al viento,
y los labriegos cantando,
coplas de su amada tierra,
de quebrantos y amores
de los hijos de la sierra,
de hondo penar y labores.
Pena profunda y honda,
para que el ayer no esconda.
Pasadas generaciones,
soportando la crudeza,
de los mitos y pasiones,
sin lamento, con firmeza.
Esclavitud de yunteros,
pegados a tierra ajena,
y soledad de cabreros,
en pastos de la Morena.
La mayor fuerza y templanza,
que nunca clama venganza.
Sendero del caminante,
recorrido sin descanso,
por un viejo rocinante,
corcel famélico y manso.
Que teniendo como virtud,
no rezongar de la vida,
corresponde su plenitud,
al final de la partida.
Aquella hidalga centuria,
que no clamó su penuria.
Huerta mía, de limones,
sombra, río, agua fresca,
que anima los corazones,
y a los cuerpos refresca.
Frente perlada y brillante,
por la labor campesina,
del labrador trashumante,
y la peonada mezquina.
Labor firme y rotunda,
en una jornada fecunda.
En una mañana tranquila,
de esas que no despiertan,
cuando el ovejero trasquila,
y los panaderos calientan
el pan de última hornada,
el hortelano en la acequia,
ya con el agua enzanjada,
es el sol quien nos obsequia.
El sol de la tierra mía,
nos inunda con su luz,
y a toda mi Andalucía.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio