Ayer llené mi alma de esperanza
Ayer llené mi alma de esperanza,
no quise sucumbir a la derrota,
por un amor que, sin cesar, se agota,
negaré que aquello fue tu venganza.
Como rescate, daría fianza,
para no ver de nuevo, mi alma rota,
ni ese dolor que tu mirada explota,
pues aunque te diera el cielo, no alcanza.
Ambos fuimos siervos de la rutina,
y repetimos errores del pasado,
cayendo en el hastío que fue ruina,
por la apatía de un amor cansado,
con esa indolencia que determina,
el cruel final del amor agostado.
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